Relato presentado al II Concurso de Microrrelatos “Don Quijote y los molinos de viento de la Bahía”. Premiado con el Tercer Premio.
Quiso el destino que Don Quijote le hablara a su amada Dulcinea de una maravillosa tierra, de buenas gentes y prometedor futuro, pero que necesitaba de un caballero para hacerlo realidad.
Le habló de su sol brillante, de sus aguas transparentes, de su abrigada bahía, de su viento, siempre cambiante entre levante y poniente o de las increíbles vistas de las costas africanas que se consiguen desde cualquiera de sus elevaciones.
Accedió Dulcinea a acompañarlo y enseguida quedó enamorada de las maravillas que ya Don Quijote le había adelantado.En esa tierra, su amor se consolidó y, por fin, en la cala llamada Getares se besaron apasionadamente por primera vez.
Por tiempo, se asentaron en la comarca viviendo las peripecias que todos imagináis y haciendo de ella un lugar mejor.
Sin embargo, Don Quijote es hidalgo inquieto y una vez hubo conseguido sus metas, quiso volver a su tierra,necesitada de ayudaporque se estaba vaciando.Así, marcharon en el nefasto tren que las unía para iniciar nuevas andanzas.
Pero el olor a sal siempre les recordaría ese primer beso.